Críticas

Cuéntame un cuento

Amor por el cine, puro sentimiento. Tarantino nos envuelve en su cuento hollywoodense. Cuento en el que la historia atrapa al espectador con un ambiente al más puro estilo del cine de los 60 y cuyo «vivieron felices para siempre…» no podría tener más sentido.

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Semanas antes del estreno de la película Quentin la describió como «su particular carta de amor a Hollywood». Cine del que se empapó desde bien pequeño y que le ha formado como el cineasta que es hoy en día. En su novena cinta, Tarantino da rienda suelta a su lado más sentimental, emocional y nostálgico. Nos muestra su realidad, realidad en la que los malos pierden y los buenos alcanzan la categoría de grandes héroes. Porque esto mismo ya lo vimos en Malditos Bastardos (2009), cuando Hitler y sus secuaces morían calcinados. Su visión de la historia no podría ser mejor, su cuento perfecto.

Amigos para siempre

Si hay algo que destaca por encima de todo en Érase una vez en Hollywood, es la relación de amistad entre Rick Dalton y a su doble de acción, Cliff Booth. Interpretados magistralmente por Leonardo DiCaprio y Brad Pitt, dos de las nuevas piezas claves en el cine de Tarantino.

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Su química en pantalla hace que la película cobre una dimensión mayor. Verlos juntos en un mismo plano era el sueño de muchos cinéfilos/as y que gracias a Quentin se ha hecho realidad.

El bueno de Cliff (Brad Pitt) muestra su cara más amable, su amistad más pura. Siempre atento a las necesidades de su jefe, siempre dispuesto a estar ahí, ayudarlo, brindarle su apoyo y recordarle que es el «Puto Rick Dalton«.

Al comienzo de la película Tarantino nos presenta a los personajes de la manera que solo él sabe hacer. Vemos a Cliff (Brad Pitt) conducir por las avenidas de Hollywood, sin apenas diálogos.. solo viendo la cotidianidad de un hombre que regresa a casa después del trabajo. Una casa que no es más que una caravana en mitad de la nada, con su chica peluda esperándole para cenar. Vemos como Cliff se prepara la cena y prepara la de su perra. De forma magistral apreciamos cada plano, la comida cayendo en el cuenco y el descanso del guerrero que por fin se sienta en el sofá y disfruta de una buena película.

Por otra parte tenemos a Rick (DiCaprio) viviendo en su lujosa casa de Cielo Drive, memorizando los textos de su próximo trabajo, mientras disfruta de un agradable baño en su piscina.

Cada diálogo entre ambos, cada escena son una joya. Juntos cobran vida y hacen que la película sea todavía mejor, pero sus escenas por separado tampoco se quedan cortas. ¿Qué me decís del monólogo enfurecido de DiCaprio? Loco de ira, exige a su personaje que deje de beber y diga bien los putos textos. ¿Y la escena de Pitt visitando el rancho Spahn? Desde que llega te mantiene en vilo, temiendo lo peor y surpirando de alivio cuando se va.

Felices para siempre

La Familia Manson, liderada por el sádico Charles Manson, perpretó un de los mayores crímenes que se recuerdan en EE.UU. La industria del cine y el mundo en general, quedó conmocionado ante tal barbaridad. La madrugada del 8 de agosto de 1969 Sharon Tate y sus amigos fueron brutalmente asesinados por cuatro de los integrantes de la secta hippie.

Tarantino se nutre de esta trágica historia y la utiliza como gancho de su propia historia. Durante las casi tres horas de metraje todo nos lleva a lo mismo, el espectador está ansioso por ver cómo resuelve el cineasta el final. Final en el que todos esperamos sangre tarantiniesca.

Pero el que espera desespera y con Tarantino no podemos dar nada por sentado. En su cine todo puede ocurrir y la más inverosimil de las realidades cobra vida. La conmoción que vivió la sociedad americana con este crimen, afectó a la indrustria del cine y la cambió. La generación de los 60 murió esa madrugada.

Érase una vez en Hollywood nos sorprende y emociona, se deshace de todo ese terror y nos regala un Happy End. Al más puro estilo hollywoodense, donde los malos siempre pierden y los buenos siempre ganan. No hay espacio para el drama, el dolor y la pérdida. Tarantino se revela y mira de frente a los asesinos: «en mi película no Hijos de Puta, aquí mando yo y vosotros vais a comer mierda».

Sí… me imagino a Tarantino escribiendo el guión, sonriendo y saliéndose con la suya una vez más.


Me quedo: sin duda el final, me parece un broche colosal, sorprendente y acojonante… El momento lanzallamas es de aplaudir hasta morir.

Me sobra: la película se hace un tanto larga. Algunas escenas se podrían suprimir y así agilizar más la trama. Sobre todo los momentos en los que se recuerdan las películas de Rick Dalton.

Me falta: no termino de ver su esencia en la cinta, el Tarantino al que estamos acostumbrados se ha vuelto flojete y nos deja con ganas de más. Me falta ver claramente su sello, aquel con el que te deja con la boca abierta.

Personalmente no la considero su mejor película, la competencia es muy dura. Pero sí estamos ante un film que cobrará mayor gloria con el tiempo, como los buenos vinos… Es mejor darles tiempo, que maduren y apreciarlos con unos cuantos años más de vida.

2 comentarios en “Cuéntame un cuento”

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